Gracias a la vida

Pieza musical de:
Violeta Parra
Testimonio de:
Felipe Chiang Martínez
Experiencia en:

Nací en Vallenar, pero he vivido en Copiapó prácticamente toda mi vida. A los 18 años empecé a trabajar en las minas y también comencé mi actividad política.

Trabajé en empresas y posteriormente ingresé a la Municipalidad de Copiapó trabajando en el camión de la basura. Luego pasé a la planta municipal, trabajando en labores administrativas hasta el año 1971 o 72. Luego trabajé en la Municipalidad de Pueblo Hundido (actual Diego de Almagro) como Secretario Municipal.

Caí detenido el 5 de octubre del 73. Ese día había ido a visitar a mi mamá y al bajarme del bus, dos oficiales me detuvieron. Me llevaron a la Prefectura de Carabineros y luego trasladaron al Regimiento de Copiapó.

También estuve detenido en cuarteles de Carabineros de Copiapó, Diego Almagro y Chañaral, y luego con arresto domiciliario. En total, estuve preso por más o menos siete años.

Cuando me detuvieron, yo traía una radio chica entre mis pertenencias. No sé dónde diablos la metí porque no me la quitaron.

En el galpón del Regimiento, encendíamos la radio para mantenernos informados. Cuando escuchábamos algo de interés, le decíamos a los otros presos, “mira, ven a escuchar, están tocando esto”.

Cuando escuchábamos “Gracias a la vida” de Violeta Parra, la tarareábamos. Era histórico que en ese tiempo alguna radio transmitiera una canción de esas características, porque estaban totalmente prohibidas sus canciones y las de otros artistas del sello DICAP(Discoteca del Cantar Popular). Sello discográfico chileno dedicado a difundir música con contenido social, especialmente la Nueva Canción Chilena..

Yo tenía casi todos los discos de la DICAP. La fuerza de la dictadura ordenó la destrucción de todos esos materiales. Mientras yo estaba detenido, allanaron mi casa y también la de mis padres. Todos los discos que tenía desaparecieron. Para mí que los militares no los hicieron pedazos, sino que se lo robaron.

Cuando en el Regimiento escuchábamos el programa “Escucha Chile” de la Radio Moscú, también nos llegaban a veces “Arriba en la cordillera” de Patricio Manns, “Venceremos” y “Que la tortilla se vuelva” de Quilapayún, y otras canciones que se cantaban en la Guerra Civil Española.

En ese programa escuché la noticia de mi propia detención. A veces, se escuchaban canciones de Los del Chañar. Agradaba escuchar este grupo, porque es de Copiapó.

Había otro preso que tenía una radio. Él y yo encendíamos las dos radios al mismo tiempo y poníamos a un tercer preso de guardia. Cuando aparecía algún uniformado, apagábamos las radios. Nunca nos pillaron, pero había un suboficial del Ejército que sabía, porque un día nos dijo: “Yo no les voy a hacer problemas, pero tengan cuidado.”

La única tranquilidad que podíamos tener frente al dolor que sentíamos, por ejemplo, cuando supimos que a nuestros compañeros habían sido asesinado por la Caravana de la MuerteOperación del Ejército que, tras el golpe de 1973, ejecutó extrajudicialmente a decenas de presos políticos en distintas ciudades del país. a la salida sur de Copiapó, era que alguien tuviera una radio y que de cuando en cuando algún locutor atrevido pudiera trasmitir alguna de nuestras canciones antes que lo pillaran.


Claves:

Publicado: 29 junio 2025

Gracias a la vida que me ha dado tanto
me dio dos luceros que cuando los abro
perfecto distingo lo negro del blanco
y en el alto cielo su fondo estrellado
y en las multitudes el hombre que yo amo.

Gracias a la vida, que me ha dado tanto
me ha dado el oído que en todo su ancho
graba noche y día grillos y canarios
martillos, turbinas, ladridos, chubascos
y la voz tan tierna de mi bien amado.

Gracias a la vida, que me ha dado tanto
me ha dado el sonido y el abecedario
con él las palabras que pienso y declaro
madre, amigo, hermano y luz alumbrando
la ruta del alma del que estoy amando.

Gracias a la vida, que me ha dado tanto
me ha dado la marcha de mis pies cansados
con ellos anduve ciudades y charcos
playas y desiertos montañas y llanos
y la casa tuya, tu calle y tu patio.

Gracias a la vida, que me ha dado tanto
me dio el corazón que agita su marco
cuando miro el fruto del cerebro humano
cuando miro el bueno tan lejos del malo
cuando miro el fondo de tus ojos claros.

Gracias a la vida, que me ha dado tanto
me ha dado la risa
y me ha dado el llanto
así yo distingo dicha de quebranto
los dos materiales que forman mi canto
y el canto de ustedes que es el mismo canto
y el canto de todos que es mi propio canto.

Gracias a la vida, que me ha dado tanto.

Testimonios relacionados:

  • Qué dirá el Santo Padre  María Cecilia Marchant Rubilar, Cárcel de Mujeres Buen Pastor, La Serena, septiembre de 1973 - enero de 1974

    Cantábamos canciones que estaban de moda en esa época. Cantábamos “Qué dirá el Santo Padre”, la parte que dice “Qué dirá el Santo Padre que vive en Roma… que le están degollando a su paloma…” a cada rato, por ejemplo cuando llevaban a alguien al Regimiento Arica, que era un centro de torturas.

  • Volver a los diecisiete  Gabriela Durand, Recinto CNI, Cuartel Central Borgoño, 1980

    Tenía 18 años. Había sido torturada en la parrilla ya varias veces. Un día estaba junto a otros compañeros detenidos, y como a veces sucedía, los guardias pusieron música.

  • Volver a los diecisiete  David Quintana García, Intendencia de Rancagua, 1973

    Estuve 45 días en el centro de tortura de la Intendencia de Rancagua. Antes estuve detenido con mis hermanos en el Cuartel de Investigaciones de Rancagua.

  • Pa’ cantar de un improviso  Claudio Enrique Durán Pardo (Kila Chico), Campamento de Prisioneros Melinka, Puchuncaví, junio de 1975

    Hicimos un cuatro venezolano de un gran palo que yacía apegado a una de las murallas del “rancho” donde comíamos.

  • La carta  Paicavi Painemal, Cárcel de Temuco, 1985

    Formamos un grupo musical con un conjunto de compañeros detenidos. Eran jovencitos, universitarios. Entre ellos venía uno que traía una guitarra.